17 de febrero de 2011

La montaña no pone barreras


Mario y Adrián son dos jóvenes autistas que van a correr la Transgrancanaria para echar un pulso de 24 km que viene a corroborar que la montaña no entiende de límites.

Cuando a la vida se le pone empeño, lo difícil parece fácil y las barreras acaban por tierra. Eso lo saben bien Mario Guadalupe y Adrián Peña, dos jóvenes autistas que se han embarcado en la aventura de la Transgrancanaria para recorrer los 24 km que separan Teror de Las Canteras y echarle el pulso a una discapacidad que es casi una desconocida socialmente pero que esconde una realidad llena de matices y de diferencias que no hacen más que enriquecer la diversidad del universo humano. Para que este propósito salga adelante falta un tercero, posiblemente el más ‘culpable’ de todos, Borja González, un entusiasta incansable que lleva más de diez años trabajando cerca de la naturaleza. Y para que el engranaje funcione hacen falta unos cómplices imprescindibles, las familias de Mario y Adrián, convencidas más que nadie de que los límites son una quimera.

Mario y Adrián son usuarios de Apaelp, Asociación de Padres de Alumnos de Aulas Enclave en la provincia de Las Palmas. Detrás de este nombre largo no hay más que familias empeñadas en hacerle la vida más fácil a los suyos, a través del conocimiento, la formación, la voluntad, la paciencia y el cariño. Entre las múltiples actividades que desarrolla esta asociación destacan las propuestas de ocio destinadas a sus usuarios y en ellas el deporte tiene un protagonismo importante porque ha demostrado ser un excelente aliado para mejorar su calidad de vida. Así que cuando Borja propuso su idea a la Asociación, con la que trabaja desde hace tres años, no hubo manera de encontrar excusas.

Adrián, de 18 años y natural de San Mateo -como Borja-, está acostumbrado al senderismo, que practica a menudo en compañía de su padre. Mario, de Santa Brígida, también es deportista y además es un competidor nato al que le entusiasma el reto de ganar. Los tres hacen un gran equipo. De hecho, ya se han empezado a familiarizar con el terreno con un recorrido por Teror y Osorio que al parecer les ha hecho felices a los tres.

Mario y Adrián son buenos amigos, dos jóvenes a los que les gusta divertirse como a todos los de su edad. Se diferencian de la mayoría de veinteañeros porque tienen una manera muy particular de relacionarse con el mundo. Son parcos en palabras, pero la montaña también habla en un lengua

je distinto, donde las palabras se difuminan y se abren paso otras voces. ¿Quién sabe? Quizá ellos la comprendan mejor que nadie.

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